Según estudios científicos[i], la amargura suele desagradar, incluso suele rechazarse espontáneamente. A pesar de esto, un gran número de personas aprecian el sabor del café.
Las razones que explican esta aparente paradoja son numerosas. En parte, el elemento olfativo, el aroma del café, contrarresta la amargura de su gusto, enriqueciendo el bouquet y proporcionando una sensación agradable.