“Estoy a cargo de todas las pistas de hierba, así como de los equipos que trabajan en ellas”, nos explica. “Nos aseguramos de que los jugadores estén contentos y de que las pistas sean consistentes”.
Realizar todas estas tareas con éxito requiere trabajo duro y una dedicación inquebrantable. “Cortamos el césped todos los días, y luego volvemos a marcar las líneas para que estén bien brillantes y visibles día tras día”, comenta Neil.
Todo esto ocurre antes de los partidos. Pero el trabajo también continúa después de que los jugadores hayan dejado las pistas, momento en el que Neil y su equipo cepillan, riegan y cubren las pistas. “Por la noche las dejamos dormir”, dice. “Y el día siguiente repetimos el mismo proceso”.
Es un trabajo difícil, pero los resultados son impresionantes. Y Neil podría haber hecho otra contribución clave a Wimbledon, aparte de su trabajo decisivo en las pistas de hierba...